Reenviemos la carta hasta al menos pensado. Que su llamado pueda recorrer nuevos circuitos, que no quede restringido solo a personas vinculadas a organizaciones de derechos humanos, que pueda llegar hasta Clara Anahí !!!!
Gracias
“No tenía dudas de que Ruffo no aguantaría mi mirada”, dijo Carla Artés luego de declarar en tribunales.
Por Juan Carlos Martínez
Uno de los testimonios más importantes en el juicio oral y público que se sigue a los responsables de los múltiples delitos de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti es el que ofreció el 12 de agosto Carla Artés Company, quien, junto con su madre, Graciela Rutila, permaneció en ese centro clandestino de detención hasta que el asesino y torturador Eduardo Ruffo se apropió de ella. “Debo suponer que la persona que me llevó debe ser la misma que asesinó a mi madre”, dijo Carla en una parte de su preciso relato, clavando su mirada en Ruffo, pero el cobarde inclinó su cabeza hacia el piso. “No tenía dudas de que no aguantaría mi mirada”, diría luego de prestar su testimonio.
Hasta instantes antes del ingreso de Carla a la sala, Ruffo giró varias veces su cabeza para saludar con una sonrisa o un guiño de ojos a una rubia oxigenada que ocupaba una de las sillas del ala reservada a familiares y amigos de los verdugos. Ruffo, que se jactaba de ensayar tiro al blanco disparando a la cabeza de sus indefensas víctimas, se apropió de Carla cuando tenía poco más de un año y la mantuvo en su poder hasta dos meses después de haber cumplido los diez.
Serena, firme y segura, Carla hizo su relato y luego respondió a cada una de las preguntas que le formularon el fiscal, los miembros del tribunal, los abogados de la querella y la defensa de represores. El mayor impacto de su declaración fue cuando reveló que Ruffo había abusado sexualmente de ella mientras estuvo en su poder, siendo una niña.
Esto produjo la rápida intervención del fiscal, quien pidió a los jueces que se ordenara el trámite judicial previsto para casos de esa naturaleza. Uno de los defensores se opuso al pedido con el argumento de que se trataba de una cuestión de índole privada y ajena al tema que se estaba debatiendo. El presidente del tribunal anunció un cuarto intermedio de quince minutos que se prolongó más de una hora. Reanudada la audiencia, el juez informó a las partes que las actuaciones sobre la revelación de Carla pasarían al ministerio público.
Carla era una niña cuando comenzó a ver los rostros de los principales miembros de la banda ultraderechista que dirigía Aníbal Gordon y que integraba, entre otros, su apropiador Eduardo Alfredo Ruffo.
Dotada de una prodigiosa memoria, aquella niña que hoy es una mujer de 35 años ofreció a los miembros del Tribunal Oral Federal número 1 detalles de lo que vivió en el hogar formado por Eduardo Ruffo, Amanda Cordero y Alejandro, otro niño que probablemente también es hijo de desaparecidos durante la dictadura militar (ver aparte).
En la sala sólo se encontraban tres de los acusados: el ex general Eduardo Cabanillas y los parapoliciales Eduardo Ruffo y Honorio Martínez Ruiz. En realidad, había un cuarto: el militar abogado Bernardo José Menéndez, condenado en primera instancia a prisión perpetua por secuestros y asesinatos durante la dictadura militar. A pesar de ese antecedente, Menéndez estaba en la audiencia como defensor de sus compañeros de crímenes, secuestros y torturas y hasta se dio el lujo de formularle algunas preguntas a Carla (ver aparte).
“Tengo una buena memoria fotográfica”, dijo Carla ante el tribunal. Recordó lugares, personas y otros hechos que quedaron grabados en su prodigiosa memoria. Mencionó el nombre del colegio al que concurrió hasta segundo grado, cuando Ruffo pasó a la clandestinidad para eludir la orden de captura que pesaba sobre él a poco de instalarse el gobierno democrático. “Era el Colegio Betania”, dijo Carla, que fue retirada de aquella escuela en 1984 y hasta el momento en que Ruffo fue detenido permaneció oculta en los distintos lugares elegidos por el genocida para no ser atrapado.
Ruffo utilizaba distintas credenciales con nombre falso y para que los niños no fueran advertidos en los controles de las rutas, Carla y Alejandro iban en el asiento trasero del auto, cubiertos por una manta y encima de la manta dos grandes perros de policía.
Esta situación se la contó Carla a su abuela el primer día que Sacha bañó a la niña. “¿Y estos rasguños?”, preguntó la abuela al observar la espalda de su nieta. “Son de los perros, abu”, respondió Carla.
Carla recordó que los Ruffo vivían en un departamento de Soler y Billinghurst, en el barrio de Palermo, donde su abuela Sacha pasó jornadas enteras indagando sobre la vida del apropiador de su nieta. Contó que Ruffo tenía una casa en Cariló y que allí vio desfilar a miembros de la banda de Aníbal Gordon. Dijo, también, haber visto en ese lugar un verdadero arsenal e identificó a Raúl Guglielminetti como uno de los asiduos visitantes.
El presidente del tribunal le preguntó a Carla si podía reconocer a alguna de esas personas, Carla asintió, y fue en ese momento cuando le entregaron una carpeta con fotos que fueron identificadas sólo con un número. Carla comenzó a observar la carpeta, hoja por hoja, y a medida que iba reconociendo a los personajes los mencionaba por su nombre y así reconoció al propio Ruffo, a Guglielminetti, a Gordon y a sus dos hijos y a otros miembros de la banda. En un caso en que no recordaba el nombre, Carla dio como dato certero que esa persona tenía dos hijos a los cuales identificó por sus nombres de pila.
En su fresca memoria Carla mantiene vivo el recuerdo del momento en que fue separada de su madre. Dijo que desde siempre grabó en su memoria el rostro de la persona que la retiró de su lado, que “era de tez blanca, ojos muy oscuros, barbado, que vestía una camisa blanca”.
Un cuarto de siglo atrás, Carla abandonaba el infierno en el que vivió durante nueve años. El 25 de agosto de 1985 fue rescatada de las manos de Ruffo, asesino y torturador de Automotores Orletti. Ruffo fue apresado en la quinta
Otro 25 de agosto, pero de 1976, la niña y su madre fueron entregadas por la dictadura boliviana a su par argentina en la frontera Villazón-La Quiaca. Desde allí fueron trasladadas a Buenos Aires y confinadas en aquel centro clandestino de detención, tortura y muerte que funcionaba en el barrio de Flores.
Graciela, la madre de Carla, había sido detenida en Oruro, Bolivia, donde residía con su madre e hija, el 2 de abril de 1976 por su participación en una huelga de mineros. El padre de Carla –Enrique Joaquín Lucas López– fue asesinado en Bolivia por la dictadura de Banzer.
Matilde Artés, más conocida por el apodo de Sacha –madre de Graciela y abuela de Carla– inició la búsqueda de ambas desde España, donde se radicó escapando de las dictaduras que en la década del ’70 se instalaron en este continente.
El 14 de julio de 1984, Sacha llegó a la Argentina con un dato preciso que las Abuelas de Plaza de Mayo habían obtenido a través de intensas investigaciones: establecieron el nombre del apropiador de Carla.
“En quince días me llevo a mi nieta a España”, dijo Sacha en el mismo aeropuerto en aquella fría mañana del invierno porteño. Fueron dos largos y traumáticos años los que debió esperar para cumplir aquel sueño.
Dos años más tarde, Sacha y Carla dejaron la Argentina por decisión propia, porque la inestabilidad política generada tras el levantamiento carapintada despertó fundados temores sobre los riesgos que corría la niña en aquel contexto. Hacia España vuelve Carla un cuarto de siglo después de haber regresado a la vida, al amor y la libertad.
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Por Alejandra Dandan
Ricardo Miguel Cavallo, alias “Sérpico”, participó en el operativo de secuestro de Seoane.
Cuando la audiencia terminaba, ella pidió un momento más. Tal vez, dijo, “para muchos todas estas declaraciones se hayan naturalizado, pero para nosotros es de mucho dolor y de mucha angustia, es revolver cosas de treinta años que están siempre presentes, pero en este contexto seguimos sufriendo violencias”. Antes de irse, todavía en la silla, Laura Seoane nombró a Jorge Julio López, testigo desaparecido en 2006, y a Silvia Suppo, sobreviviente y asesinada este año en Santa Fe. “Por eso pedimos –agregó– la unificación de las causas.” En el fondo, algunos intentaron aplaudirla. El Tribunal Oral Federal Número 5 lo impidió.
A unos metros, sentado entre las primeras filas de la sala de audiencias de los tribunales de Comodoro Py, el represor Ricardo Miguel Cavallo seguía detenido frente a su notebook. Suele mantener abierta la pantalla desde que comenzó el juicio oral por los crímenes en
La audiencia había empezado temprano con el relato de Laura Lidia Iadlis, amiga de una desaparecida de
El 10 de agosto de 1979, dijo ella, en horas del mediodía, una persona golpeó a la puerta de su casa en la calle Tuyú de Lanús, presentándose como vendedor de seguros. Ella no abrió, pero el hombre, de campera de cuero negro, insistió. Víctor estaba pintando. Mientras el hombre golpeaba, por los techos del vecino entró una patota que lo tomó. Con el tiempo, Laura supo que el supuesto vendedor de seguros era Adolfo Donda Tigel, acompañado en esa ocasión por Carlos Capdevila y Fernando Enrique “Gerardo” Peyot. Ambos se quedaron en otra habitación, Donda revolvía otra parte de la casa con ella. “Me explicó que me iban a llevar para hacerme preguntas, que le preparara un bolso de ropa a mi hija, porque tenía una beba de dos meses”. Ahora, le dijo luego, “vamos a salir caminando hasta la esquina como si fuésemos de la familia”. Lo hicieron. Laura se subió con su hija a un Ford Falcon metalizado, cree que de color celeste; en el volante había otra persona, “Marcelo”, lo llamaron, aunque luego supo que era otro de los alias de Sérpico, Ricardo Miguel Cavallo, el mismo marino que la escuchaba en la audiencia.
El auto anduvo entre el Riachuelo y la quema, bordeando Villa Jardín. En un momento paró. Donda le sacó a la beba, a ella la tiró en el piso del auto y la cubrió. En
En la sesión preguntaron por un cuñado, por la militancia de su esposo, por su nombre de guerra. Cuando dijo que no sabía, su torturador le dejó un ojo negro. Preguntó por su hija. “Quedate tranquila –le dijeron–, ella está bien, la están cuidando otros compañeros tuyos.” Luego “alguien me puso a la bebé en brazos, me pareció curioso porque le hacía caricias en la cabeza, la mano era una mano blanca con manchas, a lo mejor, pensamos después, se trataba de Colores (Juan Antonio Del Cerro).”
Laura estuvo cuatro o cinco días secuestrada. En un momento, la bajaron, la sentaron en un banco, le sacaron la capucha y pudo ver a Víctor golpeado. Cuando la liberaron la llevaron con su hija a la casa de una hermana en
Pese a la amenaza, Laura declaró esos días ante la delegación de
El 7 de enero de 1980 empezaron algunas visitas de Víctor y la reconstrucción secreta de una parte del archivo de
La fiscalía le preguntó a Laura si ella trabajaba. “Mis hermanos me bancaban, en realidad a mí me daba miedo salir a calle, me daba miedo dejar sola a mi hija, llamaban para controlarme.”
Pasaron años. Tuvieron otro hijo. Víctor estuvo en el nacimiento y también cuando su hija más grande cumplió un año. “Esos eran momentos de mucha angustia –explicó–, porque no sabía si íbamos a volver a vernos.”
En una ocasión, entraron a la casa: Laura todavía cree que fue un grupo de tareas que buscaba algo de documentación. No la encontraron, dijo, pero tampoco se llevaron el sueldo de maestra que ella había guardado en el primer cajón de un armario.
En 1984 se mudaron a Neuquén. Todavía para esa época un marino los seguía.
La fiscalía le pidió a Laura un reconocimiento sobre el archivo que aportó Víctor Basterra en los inicios ya remotos de la causa. Ella lo hizo, explicó además que las anotaciones con datos de los marinos eran letra de Víctor. En la revisión, reconoció a Elsa, la petisa, esposa de Villaflor, entre otros nombres. Intentó hacer lo mismo con los marinos. Eso dio lugar a un debate de más de treinta minutos entre el ministerio público y abogados de la defensa. Ellos no querían que la testigo leyera datos de los marinos antes de terminar con su testimonio. Luego de una deliberación, el Tribunal acordó una solución intermedia. Que “agote su memoria” y luego se hagan las preguntas de los archivos.
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¿QUÉ ES ARTEXLAIDENTIDAD?
ARTEXLAIDENTIDAD Balcarce es un movimiento artístico que nace a partir de Abuelas de Plaza de Mayo, sede Mar del Plata, con el objetivo de sumarse a su lucha, y acompañarlas a través de la expresión artística y el compromiso como ciudadanos que luchamos por un país con derechos para todos.
Pero no es solamente un movimiento artístico, sino también un movimiento social, que busca articular legítimos mecanismos de defensa frente a la brutalidad y el horror que significa el delito de apropiación de bebés y la sustitución de sus IDENTIDADES de un modo organizado y sistemático, como lo hizo la última dictadura cívico – militar argentina instalada en 1976. Este delito de lesa humanidad aun continúa vigente y seguirá así mientras permanezcan apropiados jóvenes con su IDENTIDAD ROBADA.
ARTEXLAIDENTIDAD es una herramienta para la búsqueda de los nietos apropiados, para la búsqueda y la identidad de un pais que lucha por la libertad.
¿POR QUÉ HOY ARTEXLAIDENTIDAD?
Porque a 34 años de lucha, 101 nietos se han encontrado con sus abuelas, tíos,.. familias.
Porque aun falta concretar 399 abrazos, 399 identidades restituidas
Porque aun seguimos reclamando justicia
Porque sólo en un año se han encontrado diez nietos
Porque esta lucha que nació con las abuelas, ahora es un coro de cientos y miles que reclaman juntos...
Porque reclamamos la aparición de Jorge Julio López
Porque ya no se buscan dos generaciones, buscamos tres.
Porque “ENTRE TODOS TE ESTAMOS BUSCANDO”
ARTE X
· Presentación de obras artísticas (obras de teatro, pinturas, esculturas, fotografias, musica)
· Se tomarán como proyectos artísticos aquellas presentaciones que incluyan Idea de trabajo, director responsable del mismo y equipo. En todo lo que se refiera a la formalidad de la información se ajustará a las bases generales para participar en el ciclo.
· Cada proyecto o texto deberá además, tener el nombre de un responsable que funcione como enlace con
· Las obras deben ser inéditas en el partido de Balcarce, reservándose
· La duración de las obras estará comprendida entre 20 y 40 minutos, dato que se exigirá su explicitación y respeto al momento de la función por parte de cada elenco, ya que en función del mismo se realiza la programación de cada fecha del Ciclo.
· Las obras compartirán el espacio escénico con otros espectáculos, de modo que, imprescindiblemente, deberán prever su rápido armado y desarmado.
· ARTEXLAIDENTIDAD 2010 gestionará las salas en donde se presenten las obras artìsticas.
· ARTEXLAIDENTIDAD 2010 proporcionará programa de mano, difusión, prensa y promoción del Ciclo.
· Los textos, proyectos, dudas e inquietudes en general deberán ser presentadas: Por e-mail a arteymemoria@hotmail.com.
· Plazo para su entrega hasta el 17 de septiembre de 2010, sin excepción.
· De surgir algún imponderable, las obras podrían bajarse del ciclo, previo aviso a
Pertinencia temática:
La temática central sigue siendo “la apropiación de niños, durante la ultima dictadura militar, que constituyen delitos de Violación a
Este año se abre
Las Obras o Proyectos, no estarán sujetos a ninguna selección, que no tenga que ver con la pertinencia a la temática y a la duración. No se aceptará ningún proyecto o texto que contenga escenas o propuesta audiovisual de horror explícito.
Cada autor podrá presentar una sola obra. Del mismo modo que cada Grupo podrá presentar un solo proyecto.
COMISION ARTEXLAIDENTIDAD BALCARCE 2010 arteymemoria@hotmail.com
Si tenes dudas de tu identidad llama a las abuelas. te: 0223-4963029
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